al Sol
desaparecido,
de un día cuasi
vencido.
En un
rincón de la sierra,
de la Sierra del Rincón,
por el
otoño cromada,
por las
lluvias mojada.
Veintiséis
lunas pasaron,
de aquella
primera oda,
robles, centenarios
estandartes,
pizanegros,
milenarios resaltes.
Enorme
espacio de silencio,
oscuros
vientos lejanos,
domando
ariscas brechas,
gargantas
todavía cubiertas,
de bosque,
arroyos y matas,
de luz veraniega colada,
de días de
amaneceres,
de tardes
atardeceres.
El llorar
de las hojas dejas,
los prados
con sus ovejas,
las casas
con sus viejas tejas,
libre naturaleza sin rejas.