Desde el Oeste, Becerril, Moralzarzal y más allá, se dibuja en el horizonte un diente con forma de colmillo; cada vez más cerca, hacia Cerceda y el Boalo, va afilándose hacia el cielo, indicando la mejor dirección para soñar, en el mañana que algún día llegará, pero alcanzando Manzanares cambia enormemente y toma una ancha forma en la base que recuerda más a un abanico saliendo de la masa rocosa; luego hacia el Este, volviendo la vista hacia atrás desde Chozas, pareciera más un caparazón de algún enorme animal de tiempos remotos.
Es el Yelmo, el Diezmo o sencillamente el símbolo de la Pedriza y de todo un amasijo granítico de profundas dimensiones, difícilmente abarcables sino con los ojos cerrados y la mente casi en blanco.